[La grieta], Milena Michiko Flašar

jueves, 30 de abril de 2015
Casa agrietada, Christopher J Flanagan


   Quisiera aprender de nuevo a mirar. Desde mi cama miro el interior de la grieta que una vez hice al golpear la pared en un ataque de ira. La miro tanto tiempo que casi me introduzco en su interior. El tiempo tiene arrugas, y esta es una de ellas. Miro dentro de ella para recordar los muchos momentos en los que estuve mirando hacia otra parte.


Milena Michiko Flašar, Le llamé Corbata, Siruela, Madrid, 2015, p. 52.
 

[Hasta que hayan llegado todos los trenes], Carlos Castán

miércoles, 29 de abril de 2015
Nocturno de la vías, Marta Zamarska


   Te esperaré el domingo en el andén hasta que hayan llegado todos los trenes. Si no vienes, regresaré a la ventana fría de mi casa con los pies mojados y el animal que me devora desde dentro la garganta. Si vienes la primavera será posible, y la música y las hadas, y la tarde olerá a bailarinas corriendo junto al mar.
   Mañana esta carta atravesará la noche en un vagón oxidado hasta donde tú estés y elijas, en nombre de los dos, las flores o las espinas. Hagas lo que hagas mi amor será el mismo y seguiré sin acertar con las palabras que debieran nombrarlo.
   Recibe uno de esos besos larguísimos de, por ejemplo, 1985, que no puede ser que hayas olvidado, y que hacen que empiece a morir sólo de pensar, por un momento, que quizá ya nos dimos el último.
  

Carlos Castán, "Muchas veces, querida Laura", Museo de la soledad, Espasa, Madrid, 2000, p. 39.
 

[El retorno], Josep Maria Esquirol

lunes, 27 de abril de 2015
La casa del poeta, Jerry N.Uelsmann


  A veces, la importancia del retorno puede pasar desapercibida, precisamente, aunque parezca paradójico, porque siempre contamos con él. Y cuando inesperadamente no podemos volver, aparecen el malestar y la añoranza. «Volver a casa». De hecho, esta expresión tiene algo de redundante, porque la casa se puede definir, justamente, como 'allí a donde se vuelve'. A casa no se va, se vuelve, y se suele volver a casa cada día. Pero retorno, no eterno retorno.
   La filosofía de la casa no es la del eterno retorno, sino la del retorno; retorno que, ciertamente, se repite, pero sólo un número finito de veces. La dureza insoportable del eterno retorno contrasta con la dulzura del retorno. Sabemos, además, del último retorno, aunque sólo sea por presentimiento. La vida es una parábola de los retornos.


Josep Maria Esquirol, La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad, Acantilado, Barcelona, 2015, pp. 42-43.
 

[Los altavoces del tiempo], Miguel Serrano Larraz

sábado, 25 de abril de 2015
Azul I, Georgia O'Keeffe


   Y la puñalada final, la puntilla, imágenes en movimiento. Una grabación de los invitados de la boda mirando el vídeo en el que se muestra la infancia del novio y la novia. Miro a mi alrededor, desconcertado, y distingo en una esquina al hombre que ha tomado las fotografías de esta mañana. Ahora lleva una cámara de video, dirigida hacia las mesas. Se proyectan en la pantalla las imágenes que está recogiendo en este mismo momento. No me lo puedo creer. Parece una intervención artística sobre la pérdida, pero se supone que es una celebración de la alegría. Me pregunto si soy el único que siente una pena profunda, inabarcable, una pena que se solapa a sí misma, entra en bucle, se acopla, hace que chirríen y griten todos los altavoces del tiempo.


Miguel Serrano Larraz, Autopsia, Candaya, Avinyonet, 2013, p. 393.
 

24 de abril

viernes, 24 de abril de 2015
 Magdalena Kaczmarczyk

24 DE ABRIL

Aquel día debí cambiarte por la lluvia.

El agua golpeaba en la tierra y los árboles
con silencioso empeño,
aunque yo sólo podía sentir  
las huellas del torrente que ardía por mi cara.

Han vuelto los fantasmas de dos años atrás,
y ni siquiera puedo recurrir a tus ojos
para que me hablen de cómo te encuentras
—el único modo de trascender
el alambrado de espinos que siempre
ha compuesto nuestro aire.


Por el envés del tiempo, Cardeñoso, Vigo, 2011, p. 21.
 

Aprendiendo a ver, Eduardo Galeano

jueves, 23 de abril de 2015

1944
Nueva York

APRENDIENDO A VER

   Es mediodía y James Baldwin está caminando con un amigo por las calles del sur de la isla de Manhattan. La luz roja los detiene en una esquina.
   —Mira —le dice el amigo, señalando el suelo.
   Baldwin mira. No ve nada.
   —Mira, mira.
   Nada. Allí no hay nada que mirar, nada que ver. Un cochino charquito de agua contra el borde de la acera y nada más. Pero el amigo insiste:
   —¿Ves? ¿Estás viendo?
   Y entonces Baldwin clava la mirada y ve. Ve una mancha de aceite estremeciéndose en el charco. Después, en la mancha de aceite ve el arco iris. Y más adentro, charco adentro, la calle pasa, y la gente pasa por la calle, los náufragos y los locos y los magos, y el mundo entero pasa, asombroso mundo lleno de mundos que en el mundo fulguran; y así, gracias a un amigo, Baldwin ve, por primera vez en su vida ve.


Eduardo Galeano, Memoria del fuego 3: El siglo del viento, Siglo XXI, Madrid, 2005 (1986).

[Luz de mañana...]

miércoles, 22 de abril de 2015


Luz de mañana.
La campana no intuye.
Doblan los pájaros.

 

Cuestión y máxima finales, Miguel Floriano

martes, 21 de abril de 2015
 Daniel Richter


CUESTIÓN Y MÁXIMA FINALES

Cuándo habrás aprendido, me pregunto,
a tratar los cuerpos como una amante
de verano, que llegado el momento
más delicado se nos marcha.

Dónde habrás aprendido, me pregunto,
a ignorar la distancia entre la rosa
y cada uno de sus pétalos.

¿Acaso piensas comprender
en ellos tu sombra?

No es posible estar tan cerca del frío.


Miguel Floriano, Tratado de identidad, Ediciones Oblicuas, Barcelona 2014, p. 40.
 

[Huellas], Marta Sanz

lunes, 20 de abril de 2015


Algunas novelas gustan, “aunque” sean políticas: se les hace una concesión. La política, como defecto estilístico, sólo se asocia a un determinado tipo de ideología. Todas las novelas se comprometen, todas dejan una huella negra sobre la nieve blanca; sin embargo, algunas huellas se difuminan, se mimetizan con la atmósfera del discurso del poder, reproducen el esquema dominante y su ruido se amortigua en la complacencia y en la comodidad colectiva.


Marta Sanz, No tan incendiario, Periférica, Cáceres, 2014, pp. 121-122.
 

Cortejo, Adán A. Roque

domingo, 19 de abril de 2015
La Muerte y la Doncella, Edvard Munch

CORTEJO

   Tánatos cortejó a Afrodita, fue correspondido y así se inició el idilio ante el estupor de los demás dioses. Al cabo de un tiempo, Afrodita concibió y Tánatos, como cualquier padre, palpó el vientre de su amada. Cuando lo hizo, ella abortó.


Adán A. Roque, Obnubilaciones transitorias, Micrópolis, Lima, 2012, p. 36.
 

Souvenir, Pedro Sánchez Negreira

sábado, 18 de abril de 2015
Boomerang, Vojkan Djurdjevic


SOUVENIR

   Mi tío Manny emigró a Australia cuando yo aún no había comenzado el colegio. Desde entonces sólo volvió a visitarnos en una ocasión, poco tiempo después. El silencio de los años sin noticias logró que todos en la familia fueran olvidándole poco a poco.
   Todos menos yo. En aquella única visita me trajo de regalo un bumerán del que pronto me aburrí. Ahora bien, cuarenta años después, aún no he logrado deshacerme de él.


Pedro Sánchez Negreira, Verde contra el hielo, Zaera Silvar, A Coruña, 2013.
  

[Lo insoportable], Thomas Bernhard

jueves, 16 de abril de 2015
Noche, Edvard Munch


Cuando estábamos ya muy dentro de la cañada, decidimos dar la vuelta. Había pasado una noche de dolores, dijo el pintor. «Siempre que intento aliviar mis dolores se hacen mucho peores aún. La verdad es que, en el fondo, no existe lo insportable», dijo, «porque lo insoportable tendría que ser la muerte, y la muerte, sin embargo, no es insoportable. Comprende usted».


Thomas Bernhard, Helada, Alianza, Madrid, 2014, p. 292.

Runaway, Pablo García Casado

miércoles, 15 de abril de 2015


RUNAWAY

Mi hijo corre en todas direcciones, con la voz atrapada, mi hijo corre por el patio del colegio. Ansioso por decir, ansioso por decirse, mi hijo corre por el patio del colegio. Hacia un país donde se hable su lengua. Un país de abrazos, un país sin preguntas. Lejos de este patio donde todos están lejos.


Pablo García Casado, García, Visor, Madrid, 2015, p. 23.
 

[La pantalla transparente], Byung-Chul Han

martes, 14 de abril de 2015


La mirada es el otro en la imagen, el cual me mira, me aprehende y me fascina. Es el punctum, que rasga el tejido homogéneo del studium. Como mirada del otro está opuesta al ojo, que se deleita en la imagen. Perfora el encanto de los ojos y cuestiona mi libertad. El creciente narcisismo de la percepción hace desaparecer la mirada, hace desaparecer al otro.
   El palpar con la punta de los dedos en la pantalla táctil (touchscreen) es una acción que tiene una consecuencia en la relación con el otro. Elimina aquella distancia que constituye al otro en su alteridad. Se puede palpar la imagen, tocarla directamente, porque ha perdido ya la mirada, la faz. Al tocar con la yema de los dedos, yo dispongo del otro. Alejamos al otro con la punta de los dedos para hacer aparecer allí nuestra imagen reflejada. Lacan diría que la pantalla táctil se distingue de la imagen como pantalla (écran), que me blinda frente a la mirada del otro y a la vez me deja traslucir para él. La pantalla táctil del teléfono inteligente podría llamarse la pantalla transparente. Carece de mirada.
   No hay un rostro transparente. La cara que apetecemos es siempre opaca. Opaco significa, literalmente, sombreado. Esta negatividad del sombrear es constitutiva para el apetito. La pantalla transparente no admite ningún apetito, pues en el apetito apetecemos al otro. Justo allí donde está la sombra se da también el brillo. Sombras y brillo habitan el mismo espacio. Son lugares del apetito. Lo transparente no brilla. El brillo surge donde se rompe la luz.


Byung-Chul Han, En el enjambre, Herder, Barcelona, 2014, pp. 45-46.
 

[¿Cuántas horas todavía...?], Samuel Beckett

lunes, 13 de abril de 2015


   ¿Cuántas horas todavía, antes del silencio siguiente, no son horas, no será el silencio, cuántas horas todavía, hasta el próximo silencio? Ah, estar informado, saber esta cosa sin fin, esta cosa, esta cosa, este barullo de silencio y palabras, de silencios que no lo son, de palabras que son murmullos. O saber que aún es la vida, una forma de vida, una forma de vida destinada a acabar, como otras han podido acabar, como otras podrán acabar, antes de que la vida acabe, bajo todas sus formas. Palabras, palabras, la mía nunca fue más que esto, confusamente una mezcla de silencios y palabras, mi vida, la mía, que yo declaro acabada, o por venir, o todavía en curso, según las palabras, según las horas, con tal que dure todavía de esta extraña manera.


Samuel Beckett, "Textos para nada", Relatos, Tusquets, Barcelona, 2009, p. 101.
 

[No buscar...], Jorge Riechmann

domingo, 12 de abril de 2015
Yosuke Takeda

No buscar imposibles. Sólo
ser capaz de aceptarlos
cuando se presentan, cuando se nos entregan
como un presente en llamas o una escalera de aire. Sólo
ser aquel que puede aceptar un regalo


Jorge Riechmann, Entreser (poesía reunida 1993-2007), Monte Ávila, Caracas, 2013, p. 415.
  

[La herida], Eduardo Chirinos

sábado, 11 de abril de 2015
Herida abierta, John Clang


   Cuando me preguntan si sufro o disfruto cuando escribo recuerdo una historia que solía contar mi mamá sobre Fernando Iwasaki. Una tarde, jugando en los patios del colegio, Fernando se hirió la rodilla. La costra debió parecerle muy provocativa porque se entretenía sacándoseIa cuidadosamente con las uñas. Su mamá lo regalaba y le hacía prometer que dejaría la costra en paz. Pero ¿qué niño puede resistirse a la tentación de arrancarse una costra? Hasta que su mamá no tuvo más remedio que amenazarlo con un castigo ejemplar. La amenaza surtió efecto: la costra se formó y endureció como estaba previsto, pero al poco tiempo empezó a brotar de los bordes una pus amarillema acompañada de un insoportable mal olor. El médico no tardó en descubrir lo ocurrido: temeroso ante el castigo materno, Fernando no tuvo mejor idea que pegarse la costra con terokal. Años después he comprendido que esa actitud tan pueril revelaba por anticipado la naturaleza del escritor: la de alguien que desoye el consejo de preservarse del dolor porque disfruta abriéndose constantemente la herida.


Eduardo Chirinos, Anuario mínimo: 1960-2010, Luces de Gálibo, Girona, 2012, p. 89.
 

[La fuente acoge...]

miércoles, 8 de abril de 2015

La fuente acoge
la piel del azahar
como un abrazo.
  

Memoria del invierno, Jesús Zomeño

martes, 7 de abril de 2015
En la carretera, Yokohama, Daidō Moriyama


MEMORIA DEL INVIERNO

Llegamos en un taxi negro
de faros amarillos.
"LA PROPINA, POR PIEDAD".
Nuestros dedos alargados
se diluían bajo el agua.
Era gris el fondo de sus ojos,
azul y manchada su camisa.
Huíamos de un poema:
"Esto no es el Sahara,
ni el cielo nos protege,
ni acaso exista Dios..."
Ocultos en nuestros propios bolsillos.
La moneda que brilló un instante
cayó al suelo.
Empezó a llover de nuevo.
Nadie comprende lo que es absurdo.
El saxofonista caía
desde la azotea,
por haber creído que el mundo es real,
que desde las azoteas nadie ha caído.
Entonces huí de mí mismo
dando despacio la espalda al taxista,
en un mundo cubierto de silencio
y de preguntas que brillan y caen al suelo.


Jesús Zomeño, Un libro titulado 34 poemas, Diarios de Helena, Elche, 2001, p. 43.
 

[Demasiados los sueños...]

domingo, 5 de abril de 2015
 Sombra y oscuridad. La noche del Diluvio, William Turner


Demasiados
los sueños
que aun antes de prender
siempre
se extinguen.

Y en cambio tantas noches que no se apagan nunca.
 

Cristo de Fisterra, César Antonio Molina

viernes, 3 de abril de 2015


CRISTO DE FISTERRA

Tan lonxe queres irte que regresas.


César Antonio Molina, El fin de Finisterre, Esquío, Ferrol, 1988, p. 42.
  

[Textos que duelan], Marta Sanz

jueves, 2 de abril de 2015
 El poeta recompensado, René Magritte


   Propongo escribir textos que duelan. Frente a las visiones edulcoradas de la realidad, toda la literatura tendría que doler y alejarse de esas bonitas perspectivas irónicas que no son más que un tupido velo para tomar distancia y para separar «inteligentemente» los labios sin causar muchas molestias practicando el ejercicio de la corrección política. La autocensura. La actitud que garantiza un lugar en el mundo.
   [...] Me atrevo a proponer una manera de literatura política en la que revolución de lenguaje y lenguaje de la revolución no sean marbetes antagónicos: una literatura que se repiense, que vaya más allá de los moldes discursivos previsibles sin etiquetarse en el círculo concéntrico de la endoliteratura; una literatura política que, además de cuestionar los límites entre géneros, a la vez hable del precio de las cosas, de los oficios, de todo aquello sobre lo que ya no nos paramos a pensar porque es «normal».


Marta Sanz, No tan incendiario, Periférica, Cáceres, 2014, pp. 82-83. 
 

[Cuántos abismos...]

miércoles, 1 de abril de 2015


¿Cuantos abismos
desteje un sol nublado...?
El mar nos rompe.